La alegría de tu muerte (reseña)
Actualizado: 22 nov 2022
Reseña del libro realizada por la escritora Ana Guillot
La resta vida
(¿o los días restos?)
(un día común aunque ninguno lo es1)
Sencillamente sumergirse. En un mar, magma, madre, mare, martirio, malasangre, mala sangre (en la bombacha, siempre), maroma, marasmo. Sumergirse a riesgo de no poder respirar. Pero sí. Em, em, em, fu, fu fu fu, fu, fu, dirá ella; lo reiterará varias veces a lo largo de este libro absolutamente disruptivo, aparentemente onírico, pero no. La vida ES así también, la vida PUEDE ser así. La cita de Borges que lo encabeza da cuenta de ello y también la de Clarice Lispector. Parece, pues, un mal sueño y, sin embargo, sabemos que estas historias abundan, suceden.
Un padre violento con una madre que, entonces, entregada al goce de la herida, violenta a su hija. Abuelos y familia prácticamente ausentes, desamorados. Y ella, la muy sola, la que debe ser resiliente para perdurar, sobrevivir, autogestarse. Tanta incredulidad en ella, tanto dolor y, al mismo tiempo, una estrecha unión con ese padre cuya muerte celebra y extraña a la vez. Magnéticos y errantes ambos se eluden y se convocan (es muy sencillo amar a las bestias...) mientras la madre recibe los golpes y sólo atina a limpiar, a fregar... ¿qué?, ¿cuál mancha?, ¿cuál agresión? Escuchemos: ... papá mataría finalmente a mamá omamá me mataría finalmente a mí. O yo moriría al verlos no quererse.
No habrá amparo para esa niña, alternativamente pequeña y/o adulta en el proceso narrativo, a la que ni siquiera le cocina y, mucho menos, abraza. La vida es una plaza (... tengo una plaza en los oídos, en la nariz, en la boca, una plaza en cada mano...), pero no con juegos sino de toros. Toro como animal violento, fogoso, agua y fuego, animal lunar (equivalente, en este sentido, al símbolo de la madre); animal de fuerzas telúricas en manifestación. Toro o minotauro, como el del laberinto de Teseo... o como el de “La casa de Asterión2”, que sólo deseaba que alguien pudiera matarlo para redimirse. En cualquiera de sus acepciones (muchas a lo largo de tantas culturas), el toro es siempre un símbolo de potencia, impetuosidad y, a veces, violencia. La autora lo presenta como uno de los ejes centrales (o leitmotiv) de este poema/relato y, al cerrarlo, nos devela también su verdadero significado: “En la simbólica analítica de Jung, el sacrificio del toro representa el deseo de una vida del espíritu, que permitirá al hombre triunfar sobre sus pasiones animales primitivas y que, tras una ceremonia de iniciación, le daría la paz. El toro es la fuerza incontrolada sobre la cual una persona evolucionada tiende a ejercer su dominio. La afición a las corridas se explicaría quizás, a los ojos de algunos analistas, por ese deseo secreto e inconfeso de matar la bestia interior; pero se produciría como una substitución y la bestia sacrificada en el exterior dispensaría del sacrificio interior o daría la ilusión, por la mediación del torero, de una victoria personal3”.
Eso es, pues, lo que puede inferirse a lo largo de este viaje y de esta heroína. Tanto para sanar. Tanto para dejar ir mientras el lado luminoso va imponiendo su cauce. El hombre contra el animal, el hombre matando al dragón/toro (como Sigfrido). Sin embargo, y aún mejor, el hombre o la mujer incorporando esa zona desmadrada o desconocida, como en “La Bella y la Bestia4”. No es necesario eliminar; es más, es imposible: nada puede ser borrado, ignorado, omitido. Hay que integrar, besar a la Bestia (que, en el fondo, nos espera con avidez para poder descansar) hasta convertirla en un príncipe.
Y esto es lo que logra Gisela: salir a flote, evolucionar. Nos hemos sumergido ya en la hondura de ese mar que, tenazmente, vuelve a evocar a la madre. Retomemos a Chevalier: “Sin ceder a la homofonía [especialmente clara en el catalán (mar-mare) y en el francés (mer-mère)], se puede decir, sin embargo, que el simbolismo de la madre se relaciona con el de la mar, como también con el de la tierra, en el sentido que una y otra son otros tantos receptáculos y matrices de la vida”... “Nacer es salir del vientre de la madre; morir es retornar a la tierra. La madre es la seguridad del abrigo, del calor, de la ternura y el alimento; es también, por contra, el riesgo de opresión debido a la estrechez del medio y al ahogo por una prolongación excesiva de la función de nodriza y de guía: la genitrix devorando al futuro genitor, la generosidad tornándose acaparadora y castradora”. Así es esta madre y, por esa razón, la protagonista deberá autoengendrarse: ser su propia hija/madre y viceversa. Madre de mí, dirá: ... Soy una beba que está dentro de mí, creciendo a la par que madura la gente que me porta; soy una beba que será mi hija y yo, su madre. No me dejen afuera de la maternidad: esta beba nacerá dañada y tengo que cantarle desde ahora mientras crezco. O: Soy un ciclo./Creceré y me diré: “mamá”.
La muerte del padre alumbrará esa fisura por la que ella intenta colar aliento y entereza hasta autodescubrise. Y allí irán entonces los toros, acompañando a Joe. Personaje entrañable, una especie de Sombrerero junto a Alicia5, especialmente en la versión de la película de Tim Burton. Él es su alter ego o su complementario (su ánimus, diría Jung). Imaginación y juego; sobre todo juego, y posibilidad. Como ocurre también con ese otro ánimus o, en todo caso, anciano sabio6: el abuelo nutricio, el nonno (... mi Único/abuelo), que le pondrá nombre a la guerra. (... como si adentro de los oídos,/el nonno/guardara/la explosión de un recuerdo). Simulacro, catástrofe, gritos, tropas, combatientes, testigos, tortura, robo,misiles, toque de queda son apenas algunas de las palabras a recopilar en los diferentes personajes cuando de esto se trata: ...de todo un paisaje bélico/ soy la frontera. Tal vez por eso la enorme empatía entre ellos: amboshan sufrido la explosión, alguna forma de ella.
Finalmente un amor que aparece, pero que no perdura, a pesar del mantra reiterado: ...Tenela así. No la sueltes. Y su culpa, inevitable pulsión de la agonista en este contexto: ... si mal te amé... bien dejada me dejaste. Cabe agregar que, al evocarlo, también el padre recuerda a “una chica”. Otra joven que, evidentemente, no es la madre y que se ha llevado, tal vez, una de las claves de esta historia familiar (... la espalda depapá sin deseos). Y otro amor, sobre el final, que tal vez esta vez sí.
Sólo la naturaleza [árboles, flores, mariposas, pájaros, muchos pájaros (que son mi familiafinalmente); y caracoles... (¿porque se auto-llevan, como ella? ... ¿porque llevan su casa a cuestas, como ella?)] alivia esta olla a presión, este terremoto. También hay, después de todo, lugares para contemplar: ... la muerte no existe en la copa de los árboles. O: ...una hoja amarillenta a la que, me parece, una caracola le mordió el ala.
¿Cómo lidiar (y aplico a propósito esta palabra tan taurina) con el formato, entonces? Cómo hacer algo estético desde el más supremo dolor? La elección de la autora es inmejorable: acá no hay una estructura fija; por eso verso y prosa se retroalimentan, se expelen y buscan, se enardecen y sosiegan. El verso y la prosa poética permiten, a su vez, desplazamientos, espacios (de silencio, muy bien logrados), aliteraciones, reiteraciones, estribillos, saltos, cortes absolutamente inusuales y, por supuesto, bellísimas (o terribles, aunque siempre bellas) imágenes y metáforas, antítesis, diminutivos, onomatopeyas. Además de poemas extensos, que casi podrían ser autónomos pero que encastran perfectamente en el quantum del libro. Y de corchetes y paréntesis incluidos entre sí.
A su vez, ella va por más e impone mayúsculas o minúsculas a discreción (UnInvierno), bastardillas, palabras anexadas (essolounmiedo) o diferidas (o, l, v, i, d, o); en suma, diferentes recursos para afianzar o relajar el ritmo del discurso. También el uso del tiempo futuro cuando, en realidad, narra el pasado le otorga todo el vigor de ser testigo y protagonista al mismo tiempo.
Por otra parte, es vasta la intertextualidad:
Como puede observarse estamos ante un mare magnum de recursos y habilidad para llegar hasta el corazón más íntimo del lector. Imposible permanecer indiferentes.
Ahora, ya sobre el final (doce capítulos, simbólicamente un ciclo a terminar) hay una fiesta y ella se mira, se está mirando, y se ve hermosa. Con un vestido blanco prestado, con una boca bien roja. Y está también Joe. Que quiere irse, que tiembla, que pone su mano a la altura de la mollera de ella. Y hay una niña, su cara parecida en el mundo. Y ese rebaño, camino a la Avenida General Paz. Habrá que llegar hasta el final para cerrar estas incógnitas.
Después, silencio. Para apresar y apreciar esta obra enorme, esta desolación enorme, este nacimiento Enorme. Y sí, me copio de ella. Imposible reseñarla de otro modo. Pero mi alegría no es por la muerte. Mi alegría es por este nacimiento, por el nacimiento de este libro.
Sangre.
Sangre entre los toros.
Sangre en la bombacha.
Sangre sobre la tierra
Quiero ser.
Gracias, Gisela, por tanta irrespetuosa belleza.
Ana Guillot
1Utilizo frases de la autora para titular porque son ellas las que crean este tableau maravilloso. Y utilizo varias con la misma audacia con la que ella nos atrae y abisma. También la cito sólo en bastardilla (aún a riesgo de no respetar estrictamente su texto) porque no caben comillas en este vendaval.
2Jorge Luis Borges.
3Chevalier, Jean y Gheerbrandt, Alain, Diccionario de los símbolos.
4De Jeanne-Marie Leprince de Beaumont.
5Carroll, Lewis. Alicia en el país de las maravillas y Alicia a través del espejo.
6Como arquetipo.
7Perrault, Charles y hermanos Grimm. Caperucita Roja.
8La ya citada La Bella y la Bestia.
9Saint-Exupéry, Antoine de. El principito.
10Perrault, Charles y hermanos Grimm. La Cenicienta.
11Mito de Dafne y Apolo en la mitología griega.
12Mito de Tántalo en la mitología griega.
13Especialmente en La Odisea de Homero.
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