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Talleres

 “Ser escritor es convertirse en otro.

Ser escritor es convertirse en un extraño, en un extranjero:

tienes que empezar a traducirte a ti mismo.

Escribir es un caso de Impersonation de suplantación

de personalidad: escribir es hacerse pasar por otro”.

 

“Prólogo” por Justo Navarro del libro El cuaderno rojo, de Paul Auster.

Los amigos se dicen la verdad frente a frente. Y, más allá del afecto que sobrevuela este grupo de escritura creativa, la confianza fortaleció el límite; el cariño se entrega por fuera de los márgenes de los textos borradores, a los que les decimos “la verdad”. Entre todos, luego de largas discusiones y reformulaciones, que a veces giran en torno a una breve expresión, procuramos que el taller sea un espacio en el que; por un lado, cada autor pueda redescubrir su impronta y sumarse al desafío de escribir textos que rompan la monotonía de una escritura cómoda; y, por el otro, un seno en el que el error no solo es posible, sino, a veces, punto de partida hacia la estética narrativa que, desde una perspectiva técnica aportada por quien coordina, como grupo y como individualidades ansiamos para cada texto.

Alrededor de un termo, un mate y una galletitas, no hay en principio aplausos, sino textos impresos que se van marcando con colores y notas al margen, que van mutando a partir de las devoluciones del grupo y de la coordinadora con el afán de que resulten discursos eficaces para los potenciales lectores.

Por eso, en este libro encontrarán los resultados de los retos de cada participante.

Así, en la prosa de Ruben Gazzoli advertirán contextos históricos y políticos en los que los personajes bien pudieron ser personas, de modo que los lectores de este libro fácilmente se apoblarán por la inevitable identificación y, desde luego, por la imaginación y la actitud recreativa del autor que confiere al narrador la creación de climas de tensión que se sostienen hasta el desenlace. Así, el narrador de Ruben en “Volar” nos dice:

 

“[…] Al atardecer del segundo día de nuestro desembarco el avión iniciaba las maniobras de aterrizaje en Río; por la ventanilla asomaba el mar reflejando los colores de la puesta de sol en los confines, el Cristo Redentor y, en el agua, las velas de los yates resaltando sobre sus propias sombras alargadas, el Corcovado con su verde radiante y la rambla con el arabesco de su dibujo. Las tan famosas favelas, los autos y el golpe del tren de aterrizaje asustándome, el alivio posterior y la alegría de la música con que nos recibía la ciudad”.

 

Susana Cavallero se ha atrevido, sin desdeñar el brillo de su prosa poética, a explorar otros géneros, a bordar contenidos desafiantes en moldes que la incomodan por la temática o la crueldad de la trama, con resultados que asombraron y generaron la admiración del resto de los integrantes. En su cuento “La memoria del agua” narra:

 

“[…] Doménica quiere volver a la seguridad del abrazo carnoso de la mamma o a los hombros huesudos de alguno de sus hermanos que hicieron todo el camino con ella a cuestas. Recién después de cuatro varones llegó Doménica. Muchos para acunarla y escuchar de noche ese silbido que salía de su pecho como si tuviera un pájaro atrapado dentro.”.

 

Silvana Sini, que venció a tal punto las primigenias resistencias frente a la crítica en el taller, que se ha forzado a mejorar textos de los primeros años como también a buscar desde siempre la sonrisa o la carcajada de su potencial lector, nos presenta relatos que fuerzan el drama hasta cubrirlo de gracia, con su particular sello narrativo. En su cuento “Campanadas”, parodiando escenas reales y riéndose de ella misma, nos cuenta:

 

“[…] Decepcionada por su fracaso al tañer la campana, Silvana decidió meterse en la casa de Ruben, donde sus compañeros se reunían los miércoles. No sabía muy bien cómo entrar sin ser descubierta, pero estaba dispuesta a intentarlo. Para cubrirse, buscó un viejo abrigo con capucha, largo y negro, que olía a naftalina. Le pareció que era el mejor para camuflarse una vez caído el sol. Esperó hasta el atardecer y subió a su coche para dirigirse a la calle Tinogasta y arrancó”.

 

Finalmente, quien suscribe este prólogo, la coordinadora del taller, que también puso a prueba sus textos con sus propios críticos literarios, calando en el género dramático y la escritura que roza bordes simbólicos y psicológicos, aunque con el riesgo de saberse sin una masa de lectores que, si es que lo consigue, tendrá que crear. Así, en “Detrás de la puerta”, su narradora expresa:

 

“[…] Hoy van al cementerio. Papá lo acompaña al tío porque el tío llora y a papá le da lástima. Pero el viejo está cansado de ir todos los fines de semana al cementerio a renovarle las flores al nicho de la abuela. “Por qué no le compramos unas lindas, artificiales, y vamos dos o tres veces por año para controlar que limpien la placa de bronce, que para eso pagamos. Mamá no está, Juan, mamá murió”, le dijo papá una vez, pero el tío se puso a llorar y dijo que él iba solo, pero que iba igual, todos los fines de semana, que la abuela se lo merecía por todo lo que le había dado. La vida le había dado. Nada menos. Nada más. Vaya a saber uno si uno tiene que agradecer a los padres la vida o uno tiene que hacer algo para que valga la pena y los padres solo son un arco que nos arroja al mundo para que con la flecha afilada andemos los caminos sinuosos que sean necesarios para cumplir nuestros deseos. Papá lo va a acompañar igual”.

 

Entonces, nos convoca el epígrafe escogido. Dicen que no somos quienes somos cuando escribimos, que nos desdoblamos y vivimos una vida narrada y otra “real”, pero este grupo que lleva más de cuatro años consolidándose en el dinamismo del taller, conformándonos como ocho en el desdoblamiento, aunque somos solo cuatro, podemos distinguir al narrador o narradora del mundo de la ficción y a la persona de carne y hueso, con sus dones y sus identidades, que también son pulsión para que el texto del otro se gane “la vida”, el derecho a la vida, ser querible, deseado por el lector que lo completará, con esfuerzo, revisiones, correcciones y autocrítica.

Somos nuestros primeros lectores cuando escribimos; somos nuestros segundos lectores cuando trabajamos alrededor de una merienda y somos nuestros terceros lectores cuando leemos un texto que sabemos que nunca será el definitivo. A pesar de eso, y porque deseamos que nuestros trabajos se deslicen por las yemas del “cuarto lector”, les presentamos Te hacemos el cuento, comandado por este título que responde a la convicción de que creamos verdades con la tenacidad y la permanencia en un taller que ha nacido para ensayar borradores, para probar perspectivas y puntos de vista narrativos, y también para despejar el telón y quitarle el velo a lo inédito publicando textos de esos otros que somos cuando somos otros.

Te hacemos el cuento
Va a ser mejor que me leas
Va a ser mejor que me leas
Va a ser mejor que me leas

¿Sabés lo que pasa? Acá adentro hay un pueblo, cuyas comunas son aldeas. Paradoja, si las hay, el hecho de que aquí dentro, cuando afuera es la Ciudad, hay interior. Un interior que, como arañas, hemos tejido, pausadamente, cosiendo la tela ahuecada con un hilo invisible que conseguimos en una mercería de equipos de narradores, falsos, fabuladores que nos manejaron las manos en la más absoluta —absolutista— libertad.

Qué decirte, entonces.

No te conviene quedarte en el murmullo, en el hollín de una ciudad que promete choques, insultos, sudores, demandas, una lucha incesante contra la incertidumbre y la hipocresía. Acá lo falso es un remedio. Acá lo falso es beneficioso para la salud.

Como un pucho que se fuma solo. Como un whisky que relaja.

Porque, acá adentro hay un pueblo, hay aldeas. Hay un interior. Un corazón gigante que, como en la teoría de los conjuntos, se fue armando con corazones; con corazones que laten por amor; corazones de los que laten porque, de súbito, en el acto de la escritura, o en la precedencia, fue mucha la sangre, el dolor, la soledad y la bronca derramadas.

Te conviene leernos. Va a ser mejor que nos leas.

¿O qué pensabas? ¿Tirarte en la cama, hacer zapping, pasar de nivel en algún juego, sin darte el lujo de vivir otro mundo de ficción constituido para engañarte, constituido para decirte, desde el vamos, sinceramente, que todo lo que aquí leerás es una fabulación o una verdad? ¿O una mentira de las que se yerguen para guiñarle el ojo a un instante de tu vida?

No te conviene prescindir de estas palabras. No te conviene convenir con el afuera, persistir en alimentar esa ficción que llaman realidad. Aquí batimos la posta, de una, sin vueltas: desde la verdad más carnal, te vamos a mentir para que veas otros costados de esas paredes odiosas, intangibles, del exterior; para que vuelvas a la realidad y reconozcas en cuánto lo de allá es la gran mentira y lo de acá unas simples mentiras piadosas que no superan aquello, que no le llegan al cordón.

No te vamos a poner una pistola en la cabeza, no, no, no. No somos de esos. Somos los que apuntamos con libros. Con palabras. Apuntamos a una entrega. Recurrimos a un arma, la máquina de escribir, esa de la que Walsh decía que podía ser una pistola o un abanico. Nosotros te damos viento.

Arengamos para que no nos creas y para que en esa demagogia, en ese abucheo, encuentres tu verdad. Tu amenaza para el mundo.

Instigar. Instigar al «delito» de volver, algún día, a ser dictadores de la aparición permanente, del resultado de la mutación, de la transformación que contiene el arte, pionero en «el arte» de hacer aparecer cosas. A ser consecuentes, convictos de las convicciones, honestos con nosotros, honestos con nadie más. Porque es desde ahí que todo se proyecta claro, casi invisible, como el aire y el viento de todo interior. Y aquí, hay un pueblo, hay aldeas. Y tantos interiores como narradores, tantos interiores como las mujeres y los varones que han cargado la pluma con esas pulsaciones que dan más de la cuenta después de una corrida.

Va a ser mejor que nos leas. Como peor que prescindas de este juego, que se sabe juego, y no juega con tus piezas. Como peor que prescindas de este juego, en el que hay peones y alfiles, reyes y torres que lo único que desean es llegar al otro lado del tablero, arrasar con el bando que nos divide, arrojar el cartón por la borda, y alcanzarte.

Ya lo advertimos. Somos peligrosos: con la literatura escondemos la más cauta y sutil de las verdades. Podés seguir viviendo en la mentira que llaman verdad. O podés leernos y encontrar en la mentira amable que se construye en el artificio literario, una verdad más parecida a la verdad que pueda ser o existir.

Y tampoco nos creas demasiado. Todo es una construcción. Todo es un fragmento. Y todo dependerá de los ojos, cristales, con que se nos lea.

Apuntamos a que conozcas lugares, sin tomar un bondi, sin cargar la Sube; simplemente, pasando, como un escáner luminoso y vívido, tu mirada por todas las palabras que alcanzamos a decir. Y también por todas las que, «sin querer queriendo», hemos callado.

Amigose miércoles
Amigos de miércoles
Amigos de miércoles

Amigos de miércoles es una antología en la que se han compilado textos del grupo de escritura creativa, Letras de Bar.

Cada año, la exigencia es mayor: cada año los integrantes de este grupo de pertenencia van enfatizando, redescubriendo, todo lo que pueden darle al mundo literario y todo lo que pueden sacarse del mundo real.

Nuestro secreto es ser individuos en el conjunto. Ingresar al campo de juego del otro; a la propuesta literaria que, en el ritual solitario, ha desarrollado cada escritor. Aquí dentro mentimos sin traicionar a nadie.

De lo que aquí sucede no somos responsables. En este libro solo armamos un mundo de ficción con la intención literaria de desenmascarar lo que se oculta, de acentuar lo que se relativiza, de sumergirnos, desde nuestra propia humanidad, en los reveses humanos que, a contra luz, se desperezan debajo de los velos de las palabras, en el camuflado sentido último y profundo de cada obra. 

Golpee y será atendido
Golpee y será atendido
Golpee y será atendido

Los textos aunados en Golpee y será atendido corresponden a algunas de las producciones elaboradas y corregidas en el marco del taller de escritura creativa dictado en La Campana Bar de Letras¸ los miércoles, durante el año 2013 por el grupo literario Letras de Bar. 

Lo hemos concebido como la reunión de textos cuya estructura y contenido han sido debatidos constructivamente por el grupo con la coordinación de la escritora Gisela Vanesa Mancuso. Presentamos, en definitiva, una antología de textos de diverso género que han pasado por las etapas de torbellinos de ideas, borradores, hasta la decisión de soltarlos a la publicación, no como acabados en el decir de que la corrección y la reescritura resultan, a veces,  interminables, pero sí como las huellas que hemos dejado en palabras en el andar del transcurso de un año de aprendizaje literario y personal y del transcurso de un devenir de lapiceras y teclados.

Del otro lado
Del otro lado
Del otro lado

Del otro lado fue el primer libro, artesanal, que reunió un año de trabajo en el taller grupal y presencial que coordinaba.

El umbral de los siguientes libros en los que apostamos por la impresión, muestras anuales e, incluso, eventos dinámicos en los que presentamos la labor y los avances en la estética literaria de los integrantes del taller, hoy llamado Amigos de miércoles.

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